viernes, 16 de septiembre de 2011

Herschel dibuja una nueva historia de la evolución galáctica



El Observatorio Espacial Infrarrojo Herschel de la ESA ha descubierto que las galaxias no tienen que colisionar entre sí para impulsar un vigoroso nacimiento estelar. El hallazgo da un vuelco a esta vieja suposición y dibuja una imagen más majestuosa de cómo evolucionan las galaxias.

La conclusión se basa en las observaciones de Herschel de dos zonas del cielo, cada una de alrededor de un tercio del tamaño de la Luna llena.

Es como mirar al universo a través del ojo de una cerradura – Herschel ha visto más de un millar de galaxias a una variedad de distancias de la Tierra, abarcando el 80% de la edad del cosmos.

Estas observaciones son únicas debido a que Herschel puede estudiar una amplia gama de luz infrarroja y revelan una imagen más completa del nacimiento de las estrellas como nunca antes se había visto.

Se sabe desde hace algunos años que la tasa de formación estelar alcanzó su punto máximo en los inicios del universo, hace alrededor de 10 000 millones de años. En aquel entonces, algunas galaxias estaban formando estrellas a un ritmo diez o incluso cien veces más vigoroso de lo que está sucediendo en nuestra galaxia en la actualidad.

En el cercano universo actual, unas tasas de natalidad tan altas son muy raras y siempre parecen estar provocadas por galaxias que colisionan entre sí. Por lo tanto, los astrónomos habían supuesto que esto se cumplía a lo largo de la historia.

Herschel demuestra ahora que este no es el caso al mirar galaxias que están muy lejanas y, por lo tanto, se ven como eran hace millones de años.

David Elbaz de CEA Saclay en Francia, y sus colaboradores han analizado los datos de Herschel y encontraron que las colisiones de galaxias sólo desempeñaron un papel de menor importancia en el desencadenamiento de nacimientos estelares en el pasado, a pesar de que algunas galaxias jóvenes creaban estrellas a un ritmo furioso.

Al comparar la cantidad de luz infrarroja liberada por estas galaxias en distintas longitudes de onda, el equipo ha demostrado que la tasa de nacimiento estelar depende de la cantidad de gas que contienen, no de si entran en colisión.

El gas es la materia prima para la construcción de estrellas y este trabajo revela una relación simple: cuanto más gas contiene una galaxia, más estrellas nacen.

“Sólo en esas galaxias que no tienen una gran cantidad de gas es donde se necesitan las colisiones para proporcionar el gas y provocar unas tasas altas de formación estelar”, dice el Dr. Elbaz.

Esto se aplica a las galaxias actuales porque, después de formar estrellas durante más de 10 mil millones de años, han utilizado la mayor parte de su materia prima gaseosa.

La investigación pinta un cuadro mucho más señorial del nacimientos estelar que antes, con la mayoría de las galaxias asentadas en el espacio, creciendo de forma lenta y natural a partir de los gases que atraen de su entorno.

“Herschel fue concebido para estudiar la historia de la formación estelar a lo largo del tiempo cósmico”, dice Göran Pilbratt, la Científico del Proyecto Herschel de ESA.

“Estas nuevas observaciones cambian nuestra percepción de la historia del Universo”.

Un planeta con dos soles como Tatooine, de Star Wars



Por primera vez se ha detectado el tránsito de un planeta frente a sus dos estrellas. El telescopio espacial Kepler de la NASA ha captado la presencia del cuerpo, con tamaño similar al de Saturno, en órbita alrededor de un sistema estelar binario.

Es el primer descubrimiento directo de un planeta que da vueltas alrededor de dos estrellas. Es ‘directo’ porque lo hemos detectado moviéndose delante de ambos astros en el sistema Kepler-16”, explica a SINC Laurance R. Doyle, director del equipo e investigador del Centro de Estudios de Vida en el Universo Carl Sagan y del Instituto SETI.

Aunque ya se habían descubierto antes otros planetas circumbinarios (que orbitan entorno a dos estrellas, en vez de una), “estos hallazgos suponían la existencia del planeta por el movimiento de las estrellas, pero no localizaban el tránsito directo a través de los discos planetarios”, detalla Doyle. La técnica de tránsitos, empleada para descubrir exoplanetas, consiste en observar los cambios en la luz de una estrella cuando un planeta pasa por delante de ella.

En esta ocasión, a partir de las imágenes captadas por el telescopio espacial Kepler, los astrónomos pudieron observar el fenómeno de múltiples eclipses de este sistema. “También desarrollamos métodos para asegurar que el nuevo planeta rota entorno a los dos soles, y que no estábamos simplemente ante un sistema de estrellas binarias eclipsantes”, subraya Doyle.

“El telescopio Kepler tiene la mayor precisión fotométrica conseguida con estrellas, lo que nos ha permitido superar todos las inspecciones de tránsito anteriores”, explica Alan Boss, astrónomo de la Institución Carnegie para la Ciencia, que también ha participado en el estudio.

Primero encontraron un sistema binario de estrellas con dos eclipses, que sucedían cuando cada una de ellas bloqueaba, parcial o completamente, a la otra. Pero, en posiciones distintas a las del eclipse, el brillo de las estrellas también decaía. Esto indicaba que podría haber un tercer cuerpo involucrado.

Además, los terceros y cuartos ‘oscurecimientos’ de los astros ocurrían en distintas posiciones de sus órbitas cada vez. Ante la sucesión de todos estos eclipses, solo había una explicación posible: algo giraba alrededor de los dos soles.

El planeta mejor medido fuera del sistema solar

Después observamos el efecto gravitacional de las dos estrellas en el tercer elemento para deducir sus características”, detalla Doyle. El planeta tiene una masa comparable a la de Saturno y los dos astros son más pequeños que el Sol. La masa de una representa el 20% de la solar y la de la otra, el 69%. A partir de estas relaciones, los investigadores sugieren que el planeta se formó en el mismo disco de polvo y gas que generó las estrellas.

“El sistema Kepler-16 nos puede revelar muchas cosas acerca de la formación de estrellas y planetas. Tenemos un conocimiento muy preciso que podemos comparar con nuestro propio sistema solar para intentar entender nuestro origen”, asegura Doyle.

Alan Boss aprovecha para relacionar su descubrimiento con una película de culto entre los aficionados a la ciencia ficción: “La relación con Star Wars es asombrosa: Hace 35 años imaginaron un planeta en órbita alrededor de dos soles (el planeta Tatooine), y la ciencia se ha puesto al día con esta secuencia”, afirma el astrónomo.