Ciencias y otras yerbas

Tut, El niño faraón.-

El otro día ví un interezante reportaje sobre Tut, o mas conocido como Tutankamón, este pequeño noño faraón que reinó Egipto por los años 1336 al 1327 A.C. Su reinado se caracterizó por un retorno a la normalidad en el plano socio-religioso después del interludio protagonizado por el monoteísmo de Akenatón.
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Pero gran parte del misterio que lo rodea viene dado por sus antepasados, bueno en este reportaje, quedo dilusidado claramente sus antepasados y esto queda así.

Su Abuelo Amenofis III fue el noveno faraon de la dinastia XVIII de Egipto. Sucedió a su padre, Thutmose IV. Junto con la reina Tiy tuvo a su hijo, Ajenatón (Akenatón), que le sucedió en el trono. Parece ser que Amenhotep fue coronado siendo todavía un niño, probablemente a una edad entre los seis y los doce años.
British Museum Egypt 074.jpgUn largo reinado
El reinado de Amenhotep III puede calificarse como el más próspero de toda la historia de Egipto, pues fue inmediatamente después de las gloriosas campañas asiáticas de Thutmose III y de Amenhotep II y justo antes de la crisis de Amarna, que tuvo como protagonista a su hijo Amenhotep IV, el futuro Ajenatón.
Comúnmente se ha pensado en Amenhotep III como un monarca algo incapaz, centrado en la tarea de edificar templos y tumbas, en hacer enormes cacerías y en buscar bellas mujeres tanto dentro como fuera del país para nutrir sus harenes. Según esta teoría, el monarca estaría manejado por una camarilla de gobierno encabezada por su propia mujer, la reina Tiy. Los escarabeos conmemorativos hablan de cacerías de leones, paseos por el lago artificial de Malkata y de la llegada de jóvenes al harén: una vida regalada, pero no la de un gran rey.

Su padre Akenatón, Ha sido hasta 2010 la hipótesis más aceptada en el mundo académico, fundamentada no sólo en las evidencias encontradas en los yacimientos arqueológicos de Amarna, Tebas y el Valle de los Reyes, sino que además, en la investigación realizada por Hawas et al. (2010)quienes realizaron diversos estudios antropológicos, radiológicos y genéticos a 11 momias reales entre septiembre de 2007 y octubre de 2009, y entre las cuales se encontraba la de Tutankamón y ascendencia.



Las pruebas.-

El 17 de febrero de 2010, el Consejo Supremo de Antiguedades, en El Cairo (Egipto), informó de una serie de estudios genéticos, publicados en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) y llevados a cabo a lo largo de más de dos años, en los que se evidenciaba que Tutankamón murió a causa del Mal de Kohler (una necrosis avascular ósea) agravado por malaria. Esta teoría estaría corroborada por los 103 bastones y la gran cantidad de medicinas que encontraron en su tumba. Por ello, se deduce que, a pesar de haber muerto con tan sólo 19 años, sufría grandes dolores de huesos.
También afirmaron que el faraón era hijo de Ajenatón o, al menos, del monarca enterrado en la tumba KV55 y que su abuela fue la reina Tiye o Tiya. Los estudios de ADN realizados en la momia del faraón Tutankamón han permitido averiguar que la momia de KV55 era el padre del faraón-niño e hijo del faraón Amenhotep III. Tal patrón genético hace concluir que el morador de KV55 no sería otro que Ajenatón.
Los mismos estudios de ADN revelaron, además, que la momia de la tumba KV35YL, descubierta al lado de la momia de Tiya (KV35EL) y conocida como Dama Joven, es la de la auténtica madre de Tutankamón, revelada además como hermana plena de la momia KV55. Este descubrimiento hace del joven faraón, como mínimo, fruto de un incesto regio (nada infrecuente en la época), y supondría (asumiendo que KV55 es Ajenatón) que el rey "hereje" concibió a su hijo con una de sus hermanas, siendo imposible especificar si fue alguna de las cinco hijas conocidas de Amenhotep III y Tiye. Pero quedaría así descartada la hipótesis de Kiya.
La consanguinidad, según el mismo estudio, explicaría la acumulación de taras en el joven rey, como tantas veces ha sucedido en la historia de las dinastías reales.
Recientes estudios de ADN, realizados por el instituto IGENEA, de Zurich, ha reconstruido el perfil genético de Tutankamón. Según estos investigadores "Tutankamón pertenecía a un perfil genético conocido como haplogrupo R1b1a2, al que pertenecen más de un 50% de los varones de Europa occidental, lo que indica que comparten un ancestro común. Curiosamente este haplogrupo constituye menos de un 1% los egipcios actuales". La proporción aumenta al 70% entre españoles y británicos.


Retratos de Tutankamon en su tumba
Tutankhamun emerging from lotus flower.jpgMannequin of Tutankhamun.jpgTutanhkamun innermost coffin.jpgTutanhkamun tomb statue edit 1.jpg
Retrato infantil del rey en madera como dios sol Ra naciendo de una flor de loto azul.[39]
Maniquí de Tutankamón Hecho de madera policromada con el rostro del rey, cortado en caderas y hombros, para exhibir vestidos.
El rostro idealizado del faraón en el ataúd más interior. Porta un pequeño cayado y un látigo, símbolos del gobierno divino.
Una de las dos estatuas del Ka de Tutankamón que guardaban la cámara funeraria.[40]













Amasia; El futuro de América y Asia

La fuerte atracción hacia el polo norte provocará dentro de millones de años la fusión de América y Asia dando lugar a Amasia, el nombre con el que científicos estadounidenses han bautizado al que creen que será el próximo supercontinente de la Tierra.

Según sus cálculos, esta gran masa de tierra llegará a formarse dentro de entre 50 y 200 millones de años, de acuerdo con una investigación publicada en la revista británica 'Nature'.

Así, ambos continentes se unirán por el polo norte, mediante una cordillera montañosa que permitirá cruzar de Alaska a Siberia y viceversa, de acuerdo con expertos de la Facultad de Geología y Geofísica de la Universidad de Yale (EEUU).

América permanecerá situada sobre el anillo de fuego del Pacífico, una zona de intensa actividad sísmica y volcánica, pero su orografía cambiará radicalmente porque la atracción hacia el Polo fusionará América del Sur con el Norte.

Este desplazamiento provocará a su vez la desaparición del océano Ártico y del mar Caribe, según explicó Ross Mitchell, geólogo de Yale y uno de los autores del artículo.

Nuna, Rodinia y Pangea
Han pasado alrededor de 1.800 millones de años desde que se formó el primer supercontinente, Nuna, al que siguieron Rodinia y Pangea, última gran masa de tierra con centro en el África actual y que con el tiempo y la acción de las placas tectónicas conformó los continentes actuales.

El estudio del magnetismo de las rocas de entonces ha servido en el presente al equipo de Mitchell para determinar la distancia que existió entre uno y otro y estimar dónde se situaría Amasia, cuyo centro localizan en algún punto del actual océano Ártico, a noventa grados de distancia del centro del supercontinente anterior, Pangea.

Esta teoría, a la que han denominado ortoversión, desafía los dos modelos tradicionales defendidos hasta el momento para predecir la evolución de las masas terrestres, según detalló Mitchell.

De estas dos últimas hipótesis, una sugiere que la próxima gran masa continental se formará sobre la región en la que existió el supercontinente anterior (introversión), y la otra, todo lo contrario, defiende que será en un punto opuesto a donde se encontraba su predecesora (extroversión).

De esta forma, los partidarios de la introversión localizan el centro del próximo supercontinente en África, mientras que los defensores del modelo de extroversión lo sitúan en el océano Pacífico, en algún punto entre las islas de Hawaii, Fiji y Samoa.

Según estos modelos, la unión se produciría a través del océano Atlántico o del Pacífico respectivamente, mientras que el modelo de Mitchell se decanta por una unión a través del Ártico.

¿Ha llegado vida a Marte procedente de la Tierra?



Cada vez toma más fuerza la hipótesis de que la vida en la Tierra no es un fenómeno único en el Universo. Pero existe también la posibilidad de que después de desarrollarse en este planeta, quizás procedente del exterior, haya viajado también a otros lugares, como el cercano Marte. Esta es la teoría que plantea Ken Nealson, director del Centro para la Detección de la Vida de la NASA, que ha visitado esta semana Madrid.


Nealson, que es también catedrático de Geología en la Universidad de California, señala a ELMUNDO.es que "igual que a la Tierra llegan como meteoritos fragmentos de Marte, entre 20 y 30 kilos de tierra marciana al año, hay material terrestre que puede haber llegado hasta allí llevando materia orgánica con vida".

De momento, ninguna misión ha encontrado nada, pero también es verdad que hasta ahora sólo han viajado hasta su superficie cinco rover teledirigidos, que han podido recorrer un área muy reducida. Según este experto, el hecho de que no haya tectónica de placas, como en la Tierra, ni agua en movimiento hace más fácil encontrar los rastros de esos posibles impactos. "Es posible que allí haya rastros de vida, y que llegaran desde el nuestro", asegura, en lo que es una vuelta de tuerca a la ya conocida teoría de la panspermia: las bacterias están diseminadas por el Universo y llegaron hasta la Tierra a bordo de meteoritos.

Bacterias sin oxígeno

El hallazgo en los últimos 20 años de bacterias que viven en condiciones poco habituales en la vida terrestre da pie a estas hipótesis. Nealson y su equipo fueron los que encontraron entonces el grupo de la 'shewanella', microbios capaces de 'respirar' de los óxidos de manganeso o hierro y 'expirar' electrones. No necesitan oxígeno para vivir.

Otras muchas y peculiares bacterias se han encontrado desde entonces. En España, en las minas de Río Tinto (Huelva), se han encontrado bacterias capaces de 'comer' pirita y producir como desechos ácido sulfúrico y hierro oxidado, causantes de la acidez y color rojizo del agua. Es más, algunas de las bacterias encontradas en este lugar por científicos del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) han demostrado, en experimentos controlados, que serían capaces de sobrevivir en un ecosistema marciano.

No obstante, Antonio Pérez Verde, investigador en este centro español, reconoce que "el problema será si la vida extraterrestre no tiene nada que ver con la que conocemos, porque entonces ni siquiera sabemos como buscarla".

Por otro lado, apunta algunas de las dificultades que habría para que un meteorito con materia terrestre llegara a Marte: "Nuestro planeta es grande y para que algún fragmento escapara de la atmósfera terrestre tendría que ser impactado por un meteorito a una velocidad de 11,2 kilómetros por segundo, algo tan destructivo como el que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años", argumenta.

Además, también es cierto, y así lo reconoce Nealson, que la fuerza de gravedad del Sol y de Júpiter, mucho mayor que la marciana, atraería a la mayor parte del material desprendido, pero tampoco es imposible que algunas bacterias llegaran a algún lugar donde pudieron sobrevivir.
Las pilas 'bacterianas'

Nealson, por otro lado, ha sabido sacar provecho de las 'shewanellas'. Dado que son como 'rocas que respiran' minerales y emiten electrones, logró desarrollar un sistema que permite aprovechar éstos como energía eléctrica.

Se trata de las 'pilas de combustible microbinas', en las que los microorganismos 'inspiran' el óxido de un cátodo y 'espiran' electrones, utilizables como fuente energética. Además, las 'shewanellas' comen cualquier basura orgánica. "Es una forma limpia, eficaz y barata de generar energía, acabar con la basura y, además, obtener agua limpia, porque en el proceso transforman el carbono en moléculas de agua", explica el experto.
Para Nealson, que ha visitado Madrid invitado por la Fundación Banco Santander para dar una conferencia, está claro que en las bacterias está la clave de cómo ha cambiado la Tierra desde su origen.